miércoles, 14 de enero de 2015

Metódica Venganza 1


Soy un tipo tranquilo, determinado y perfeccionista. Cuando me tocan los huevos me convierto en un tipo obsesivamente paciente, obsesivamente determinado y obsesivamente perfeccionista.

Ayer me los tocó algún carterista al robarme la cartera y, tras dejar mi trabajo para dedicarme única y exclusivamente a buscar una venganza totalmente desproporcionada, estoy sentando en el mismo Burguer King donde alguien firmó su sentencia de muerte a cambio de 40 putos euros.

 Veo caer la lluvia e interpreto un futuro en el lento discurrir de las gotas sobre el cristal: Pinta un futuro rojo y espeso, espero que no sea el mío.

No olvido una cara que haya pasado más de diez segundos junto a mi así que, si el hijo de perra estuvo ese tiempo cerca, lo veré entrar e iniciaré un acoso sutilmente agobiante hasta acabar con su vida de forma desesperantemente lenta y placenteramente dolorosa. Ya dije que la venganza sería desproporcionada pero, reconozcan, que están deseando ver cuán desproporcionada es.

Ahí están, son dos. Mejor; reto doble.

Dejo que me vean sentado, disfruto levantándome con meditada lentitud y pongo mi mejor sonrisa de adorable hijo de puta mientras me acerco a ellos. Dudo que esta sonrisa acojone a nadie o que yo sepa cómo es una sonrisa de adorable hijo de puta pero me gusta pensar que la llevo puesta a modo de absurda reafirmación.

Me han reconocido y malgastan una risa despectiva en esos labios que pienso rajar hasta que asomen sus dientes partidos a golpes y ver su sangre brotar oscura y espumosa. No me afecta: sé lo que tengo que hacer y cómo pero desconozco cuales son las consecuencias que este asunto pueda acarrearme. No está hecha la venganza para pensar en las consecuencias.

Estoy a un metro de ellos, yerguen los cuerpos, ensanchan los hombros y me miran con suficiencia. Les digo con voz lenta y perfectamente modulada:

-          Me importa una mierda lo que hayáis hecho con mi cartera. Os voy a matar.

-          ¿Tú y cuantos más, hijo de puta?

-          Que más te da, los muertos no sabéis contar.

Piden sus menús, esperan a ser servidos mientras en su sonrisa asoma un leve rastro de sorpresa y salen para subirse en su coche: Audi Blanco. Matrícula 0013HHH. Es placentero saber que puedo matarlos y jugar con la ventaja de querer hacerlo.

Es martes, 14 de enero de 2015 y tengo 7 euros y 20 céntimos en el bolsillo. Estoy Indocumentado, sin tarjetas, con el dulce sabor metálico de la sangre acariciando mi alma, unos zapatos que me aprietan y una camisa blanca que será tan roja como la corbata. No voy vestido para matar pero ellos tampoco lo van para morir.

Empieza la caza.

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