viernes, 23 de diciembre de 2011

Empezando a empezar

Tengo un conjuro, que pongo a vuestra disposición, para enfrentarme a la maldición de la hoja en blanco: Únicamente me siento a escribir cuando tengo algo que decir.
Conjuro que algún que otro escritor o articulista, a mi modesto entender, también debería usar.
Mis problemas vienen - por mi formación en ciencias - a la hora de elegir donde puntuar, donde no o con la escasez de vocabulario para expresar algo en toda su magnitud. En el último caso no me duelen prendas inventar palabras. Les cedo un verbo de mi cosecha: jijijajear.
Como consecuencia de lo anterior, me he sentado a iniciar mi primera novela con un primer párrafo claro en el contenido pero flojillo en la forma. Se lo ofrezco y, en posteriores entregas, ofreceré las correcciones y, cómo no, seguiré narrando los avatares del primer capítulo de la novela. A partir del segundo capítulo, para no ser excesivamente plomizo, mantendré un respetuoso silencio.
Les presento el inicio de una obra destinada a cambiar la Literatura Universal (que fácil es escribir y mentir o, al menos, tener un concepto muy alto de uno mismo; presuntuoso se me puede llamar también)
“Tenía una bala para cambiar su vida, y una idea para cambiar el mundo. Pero ese día era el turno de la bala y la vida y a repasar el plan previsto se dedicó mientras se duchaba: Con las manos apoyadas en la pared - mientras el agua a, exactamente, 37 grados resbalaba por su cuerpo - pensaba en aquello a lo que debía renunciar, y con gusto haría, y en aquello a lo que bajo ningún concepto renunciaría pero, con pesar, debía sacrificar.”
Pues nada, el primer párrafo sale a los bits. Espero que, al menos, hayáis pasado unos minutillos con las arrugas en la comisura de los labios (sonriendo para los de la LOGSE).

jueves, 22 de diciembre de 2011

Queridos Reyes Magos y otros

Queridos Reyes Magos y, también, señor Urdangarín:
Este año no he sido bueno, y lo sé, pero creo que deberían premiar mi sinceridad y hacer gala de su magnanimidad trayéndome algún regalito. Eso sí, absténganse de corbatas de mierda o cedés de música que eso ya me lo compro yo o, en su defecto, me lo descargo de internet para uso propio.
De todas formas haré un esfuerzo de generosidad - que deberíais apreciar en su justa medida - y pediré cosas para los demás. Por si suena la flauta, la música es buena y generosos los oídos que la escuchan.
Pido para los señores bancarios una reducción de los tipos de interés que aplica en BCE para que, de esta forma, reciban el dinero al 0.5% y compren deuda del estado al 5% con nobles intenciones. O lo presten al 11% a los codiciosos ciudadanos que desean crear empresas, comprar viviendas o váyase usted a saber que oscuros y satánicos negocios emprendan con su dinero. Gracias Reyes por premiar la bondad y la templanza de los banqueros en forma de interés compuesto.
También quiero que para nuestros nunca bien ponderados políticos les traigáis suerte, mucha suerte, porque como traigáis justicia acabarán hasta las orejas de mier…quiero decir carbón, carbón.
Su saber estar, su educación, su altura de miras deberíais recompensarla con todo aquello que ellos desean, según sus propias palabras: servir al ciudadano, dedicación absoluta al obtener el bienestar de las personas sin pedir nada a cambio; ni para ellos ni para los suyos.
Otro magnífico regalo para ellos sería que los jueces caigan en el olvido y que su acción no les afecte en lo más mínimo. Creo que para esto último el paje adecuado es Don Urdangarín pues es quien más conocimiento desea tener al respecto y quien mejor relacionado está con otros colegas vuestros; más terrenales, pero reyes al fin y al cabo.
Para los ciudadanos - esos manirrotos que compran casa y coches - no les traigáis ni siquiera carbón. Probad con trabajo. Son unos desagradecidos y seguro que a la semana de trabajar ya estarán pidiendo más sueldo, comprando algún libro y quejándose de los jefes. Sí, eso, traedles trabajo.
Ya sé que os preguntaréis de donde podéis sacar el trabajo. Entended que eso a mí no me importa, como tampoco me importa de dónde traéis los juguetes, los libros, los cedés, el carbón, la colonia o las corbatas. Sólo sé que un día quiero levantarme y que todos esos ciudadanos tengan trabajo. ¿No sois Mágicos? pues entonces no preguntéis chorradas.
Os ofrezco un trato, a ver qué os parece: Como no sabéis que hacer con el trabajo ni dónde encontrarlo, pues  le ponéis una estrella en el cielo a los políticos y que la sigan hasta el. Una pista: lo de la construcción está muy visto, y quizá debierais explorar otros sectores tales como la industria, I+D…
Pero bueno, que si queréis ir a lo fácil, creo que la construcción será más que suficiente para trabajar y para que, dentro de unos años, los políticos vuelvan a tirarse los trastos a la cabeza por qué no sabemos hacer otra cosa en España que no sea construir o tirarnos trastos a la cabeza.
Ah, bueno, si sabemos otra cosa: el Turismo, que también aporta un gran valor añadido a nuestra economía.
Bueno Señores Reyes, me despido ya no sin antes pediros que cuidéis al Señor Urdangarín que os dará grandes lecciones y alegrías: Hace magia con las cosas de la monarquía.
Así está el mundo, así lo veo yo, y así trato de contárselo.


miércoles, 14 de diciembre de 2011

Sí a la Productividad

Desconozco como se mide la productividad en una empresa, aunque lo intuyo, pero desde luego que el número de horas que se pasan en el lugar de trabajo no debería ser una medida de la misma.
Llegan noticias desde Alemania en las que se pone en duda la productividad de los trabajadores españoles. Enseguida saltan las alarmas, protestas y quejas por que, al parecer, pasamos bastantes más horas en el trabajo que cualquier trabajador alemán y  aquí es donde confundimos churras (las que tienen las orejas negras) con merinas (las de orejas blancas): más tiempo en el trabajo no indica más productividad, únicamente indica más tiempo fuera de casa.
Pero eso sí, ya hemos sacado la bandera de la productividad a ondear a los cuatro vientos europeos y nuestros dirigentes, tan productivos ellos, la enarbolan por doquier, esté doquier donde esté.
La semana de los macro-puentes debería hacernos reflexionar ante esta defensa tan apasionada. Estamos de acuerdo que pasamos muchas horas en el trabajo pero ¿somos productivos?
La semana anterior al puente pasamos gran parte del tiempo hablando con los compañeros sobre qué haríamos en dichas fechas. Parte del resto lo dedicamos a ver por internet aquellos lugares que vamos a visitar, restaurantes en los que vamos a comer, cenar o simplemente tomar un café frente al mar. Pequeñas conversaciones sobre el tiempo previsto, qué meter en la maleta o, sencillamente, en caso de no salir hacia ningún lugar ver dónde comprar los regalos navideño y como ocupar el tiempo doméstico: teatros, cines, restaurantes…
Evidentemente, y al ocurrir esto en todas las empresas del país, la carga de trabajo disminuye considerablemente y, me consta, que empresas que trabajan con otros países donde poco les importa nuestra Constitución o si celebrábamos San Fulgencio o San Procopio del alma mía, andaban con sobrecarga de trabajo y malos humos al no poder llamar por teléfono a amigos y familiares para saber que iba a ser de sus vidas en la próxima semana.
Sobre la semana en sí, poco que hablar en cuanto a productividad: prácticamente cero entre los que no estaban, los que se iban, los que volvían o en los que se quedaban que buscaban cualquier cosa que hacer, distinta de las tareas laborales, con la finalidad de ahogar sus penas en procrastinación.
Hasta ahora productividad 100%, ¿verdad?
Pero pasó la semana cuasi-festiva y al llegar el lunes nos pasamos todo el día hablando del pasado, el martes hablando de la Navidad, el miércoles planificando la cena de empresa, el jueves buscando lotería y hablando de la cesta navideña y el viernes…pues tratando de descansar de tanto ajetreo.
La próxima semana la pasaremos endulzando nuestra vida con los buenos sentimientos navideños, hablando de regalos, mostrando fotos de niños vestidos de pastorcillos, perros de papa Noel y gatos, los más listos de todos, huyendo despavoridos del maldito espíritu navideño que impregna a sus amos.
Otra semana la perderemos hablando de precios, cenas, más buenos sentimiento y mandando mails de felicitación a los compañeros, amigos, conocidos o a todo aquel que tengamos en la agenda del correo electrónico bien sea de forma intencionada o accidental.
La semana anterior a Nochevieja contaremos nuestros propósitos para el año que viene (perder peso, aprender inglés e ir al gimnasio) y la primera semana del año llamando a varios dietistas, algunas academias de inglés o distintos gimnasios y comparando precios.
Luego abandonaremos el puesto de trabajo para ir a nuestra primera consulta con el dietista, a matricularnos de inglés o ver el gimnasio.
Y así habremos pasado casi un mes. Luego llegará Semana Santa, otro mes parecido, vacaciones estivales, o simplemente quejas de que trabajamos demasiado y necesitamos descanso cuando lleguemos a un mes que no hay festivos previstos.
Pero eso sí, somos  de lo más productivos y que no se atreva Merkel I de Europa a decir lo contrario o echaremos vino de tetrabrik en todas las sangrías que pidan sus paisanos. Avisados quedan.
Así está el mundo, así lo veo yo y así trato de contárselo.

martes, 13 de diciembre de 2011

Precuela


Al más puro estilo de grandísima producción cinematográfica, pongo a disposición de tan simpáticos lectores que tan buen gusto muestran a la hora de seleccionar sus lecturas (sí, estoy baboseando e implorando) mis obras completas compuestas de un única novela corta, cortísima (pincha en el título de la misma)


Antes de nada dos puntualizaciones: El enlace está alojado en una página web propiedad de la Editorial Mondadori para que los lectores la voten y se publique en edición de bolsillo si es una de las más votadas. No quiero ocultar este hecho pero, salvo desconocimiento, mediante este atajo logro que esté accesible. Ojo: no os pido vuestro voto, es únicamente una forma de haceros llegar el “electro-escrito”
Otra forma sería que me mandarais un correo electrónico a diego.llergo@gmail.com y yo, gustosamente previo elogios inmerecidos, la remito en cualquier formato sin más gastos de envío que vuestra pérdida de  tiempo, cuya gestión va en la conciencia de cada cual.
Segunda puntualización: Para quien no quiera perder ese tiempo - o tener que pasar por el angustioso trance de tirar a la papelera de reciclaje de su ordenador tan fastuosa obra - les adjunto una sinopsis para que ustedes mismo juzguen
Novela circular en la que un asesino a sueldo – de nombre igual al del autor y sin posibilidad de que sea un simple coincidencia- recibe el encargo de matar a una bellamente enigmática mujer, asesina o lectora de almas que para el caso es lo mismo, que le reta a una curiosa ruleta rusa donde las balas son sustituidas por microrrelatos.
La novela está compuesta de varios géneros dentro de uno del otro: novela, cuento y microrrelato. Está escrita de forma intencionadamente ágil, con humor, ternura y con una pizca de mala leche.
Durante la novela se intercalan cuentos escritos por el propio protagonista con la muerte como principal protagonista y es que esto de matar por encargo no permite dejarte el trabajo en cualquier vertedero.
La novela reserva una sorpresa final  y una explicación de porqué el nombre de autor y protagonista coinciden.
Si habéis llegado hasta aquí, únicamente me queda daros las gracias y mendigar algún comentario.

Presentación y Disculpas

No, no he leído El Quijote y no hago gala de ello. Es vergüenza lo que me da el no haberlo leído, pero es una espina que pienso sacarme el próximo año: será la quinta vez que mi propósito de año nuevo sea leerlo, pero como nadie me juzga por ello…además, es un propósito más barato que apuntarse a un gimnasio o aprender inglés. Y mucho menos sacrificado que adelgazar.
El propósito de este blog es, ni más ni menos, mostrar las carencias, esfuerzos, penas, sacrificios y alegrías que alguien como yo, un mediocre tipo de ciencias, arrastra para lograr balbucear una novela.
Aquí se narrarán mis carencias de vocabulario, las dudas ortográficas, las sintácticas y los problemas de “guión”, pero con humor, ingenio y algo de habilidad trataremos de sacarlos adelante sin ocultarlos
Objetivo Principal: no rendirme.
Objetivo secundario: que paséis un buen rato con cada post.
Y, si soy capaz de cumplir ambos objetivos a la vez, me sentiré, como decía Lina Morgan:  Agradecido y emocionado, cuyo memorable vídeo para jóvenes u olvidadizos dejo aquí para su uso y disfrute.